lunes, 11 de mayo de 2015

Como Instagram salvó mi vida


Era otro día de esos en el que pensaba seriamente si suicidarme o no desde el Puente Del Incienso hasta que gracias al cielo y a todos sus Santos, abrí Instagram para tomar una última foto en blanco y negro apuntando hacia el fondo del barranco con mi dedo índice desde la baranda del otro lado de la maya metálica para ser noticia en Soy502 y llenarla de hashtags como #InstaSuicide #GuateSuicide #PerhapsYouNeedALittePuentedDelIncienso #FromWhereISuicide #SuicideBridgePorn #VisitGuatemalaAndKillYourself #IphonesSuicidesOnly #ExploraTusPuentesYCompartelosConTusAmigosSuicidasAntesDeTirarte más una frase profunda, escrita en inglés obviamente, para complementar la imagen: "We live in eternity til' eternity come after us looking for our dark passenger to let us live. Today I'll be the light" y así ganarme el aprecio y los emojis de 'manitas aplaudiendo' en los comentarios (de Instagram) de la comunidad pseudo-artista que va a La Erre y Las Tres Marías en plan creerse los creativos élite de este país cuando en realidad todos se ven pre-fabricados con esas barbas y esos tatuajes en los brazos. Ni el maldito Mono Del Espacio pudo haber creado algo tan poético de algo tan estúpido como el suicidio.



Pero estando justo en la baranda, sentado al filo de la vida, sintiendo el frío, con el corazón en la gargante, las lágrimas en mis ojos, mi mente en mi familia y mi teléfono en la mano, vi una sucesión de frases motivacionales tan hermosas que no pude contener más el llanto y eché a llorar tan fuerte como pude. Un poco aliviado, un poco irritado. 

La primera imagen decía "Saluda a la vida con felicidad y gratitud. Sonríe". Era una mano con una carita feliz pintada en la palma, digo, si una mano con una carita no te pone feliz, NADA en este  puto universo puede hacerte sentir mejor. Por suerte para mí funcionó. La volví a leer en voz alta "Saluda a la vida con felicidad y gratitud. Sonríe". No hay mejor momento para sonreír que cuando estás a punto de saltar al vacío mientras un grupo de bomberos te disuaden haciéndote elogios falsos y quitándose el sombrero, diciendo cosas buenas de tí, como si te conocieran y creyeran tener la solución a todos los problemas genéricos que te tribulan.



Por otro lado, reconozco su esfuerzo. Después de todo, no ha de ser fácil salvar idiotas con falta de atención como yo. Si me tiraba tendrían que bajar más de 200 gradas para recoger mi cuerpo hinchado y cagado. Para no ser tan egoísta, le compré a mi cel uno de esos 'skins' que se pueden lanzar de cientos de metros arriba sin que se dañe. Que su servicio sea voluntario no quiere decir que no podamos retribuirles.

Papá, usted vale mucho, me quito el casco por usted, piense en su familia.
— Men, no se tire, todo se soluciona en esta vida.
— ¡Trucha, trucha, bájese! (me grtaba otro bombero)

Otros planeaban la estrategia de cómo rescatarme.



Los ignoré. No había nada que podían hacer. Los amenacé con lanzarme si cruzaban la maya metálica. Seguí con mi teléfono. La siguiente imagen motivacional decía "Lo bueno es que ya falta un día menos para ese «algún día»".  Tenía razón de cierta forma. Dejé de llorar.

Bueno, me arrepentí, no voy a saltar

Los bomberos y los policías aplaudieron y chiflaron mi acto de valentía cuando crucé la maya metálica hacia el lado seguro del puente. Irónico, es más valiente el que salta que el que se arrepiente, pero nadie aprecia un suicidio.

Me ofrecieron llevarme en la ambulancia para revisar si no estaba herido, pero sabiendo como está el San Juan de Dios y con temor que me llevaran al Federico Mora les di mi teléfono y los últimos 30 quetzales que me habían quedado del fin de semana como recompensa por haberme evitado la goma moral en el infierno.



Caminé hasta la sexta. Me sentía destrozado por dentro. No dejaba de pensar cuál será mi "algún día". ¿Acaso algún día seré como mi viejo que se hizo cierto nombre viniendo de la nada? ¿Algún día seré como mi hermano con grandes logros y grandes planes? ¿Algún día seré como mis amigos que pueden gastar en un mes lo que yo probablemente no ganaré hasta que tenga 40? ¿Algún día seré el que creí ser cuando nos obligaban a escribir nuestras metas en el colegio? ¿Algún día podré vivir solo sin presumir que mi casa está bajo el puente más exclusivo de la Zona 16? ¿Algún día tendré que renunciar a lo que quiero ser para ser la perra de alguien más en el trabajo sin sentirme miserable? ¿Algún día me arrepentiré haberme dejado crecer el pelo? ¿Algún día seré algo más de lo que soy? Eternas preguntas que solamente llevan a mas preguntas.

A esta altura, sé que creer que mi "algún día" será el día que viva en La Cañada y maneje un Ferrari todos los días es engañarme a mi mismo. Los creadores de las frases motivacionales dirán que estoy dejando mis sueños morir por miedo. Yo lo veo más como prevenir una frustación a largo plazo.

No importa. Cualquier día puede ser ese "algún día", incluso el día para saltar o peor aún: para ser alguien (¿Feliz?)