La justicia es lo que está entre el perdón y la venganza. En este país,
el éxito no se construye con arduo trabajo y frases motivacionales. Más bien,
el éxito llega cuando tus plegarias al Padre Celestial te conceden pasar sobre
los más pequeños sin repercusiones o represalias.
“Dios es bueno”, dice uno luego de atropellar a una multitud; “Jehová”,
escribe otro después de darse a la fuga y por supuesto, nunca falta quien
estando con grilletes, cite algún versículo de la misma pero aún peores son
aquellos incomparables inescrupulosos que se fían de la palabra de algún dios
cristiano para vender créditos de realidad ficticia a los borregos del culto.
De pronto, entre toda la psicosis del caos organizado y la inestabilidad
más emocional que política, nos vemos en la urgencia de volcarnos en cuerpo, mente
y billetera al cristianismo que alguna vez nos prometió la paz de un Reino
imposible, pues si la Justicia no es de humanos, tendremos que dejárselo en
beneficio de duda a alguna Divinidad.
El perdón es para los resignados y la venganza para los que no tienen
miedo. En medio de eso, se perfila la delgada línea de la justicia en la que ni
los suicidas en el día más gris quisieran caminar pues nadie quisiera acompañar
en la muerte un valor que ya murió y ahora es solo un hobbie para aquellos que
tienen el Poder y el dinero. No es de extrañarse que sin más remedio terminemos
optando por el perdón cristiano, sin dejar de sentir la espina de resentimiento
que ha marcado a nuestros ancestros por más de 500 años y que cabizbajos
reclaman a quienes no les interesa.
Reprochamos
la Injusticia, salvo que sea a nuestro favor. Odiamos la impunidad, salvo que
sea para nosotros mismos. Exigimos cárcel para los criminales, excepto para los
que conocemos. Queremos pena de muerte, pero nadie tiene la intención de
cumplir las leyes en su cabalidad. Y entre un chirmol de hastahgs exigiendo quién se va y quien se queda, te veo yo, hartándote
sin resentimiento Tacos, Fresh; emitiendo tu opinión por doquier, como si alguien
te la hubiese pedido, satanizando a todo aquel que tire basura, asalte, robe, o sea corrupto mientras en tu casa guardas la
riqueza que hacés gracias a vender sin licencia el líquido de la botella donde el Pastor
asegura que se esconde el Diablo a menos de 100 metros de un colegio y sacás de
mala gana el bloc de facturas solo para aquellos que no se les olvidó pedirla.
AL VER TOdo,
BARRERAs mentales me brincan a la mente, pues la bienaventurada hipocresía de otro
cristiano más escondido entre las líneas de la biblia, me hacen sentir el odio
más puro y fraternal, sabiendo cómo tambalea su buen corazón cristiano al amenazarme y ofendiéndose cuando llego con la
humildad del no creyente, exigiendo unos cientos de quetzalitos ganados con esfuerzo para honra del ser supremo: las
cuentas por pagar.
La venganza
no solo tiene nombre y apellido, también tiene el elemento de satisfacción, pues
para ser un hijodeputa no se estudia
y es más comprensible que el marero que conoce tantas palabras como
oportunidades en su asentamiento sea menos digno de torturarlo hasta la muerte,
que aquellos que con una pizca de educación, dinero y poder para cambiar las
cosas se limiten a aplastar los cráneos de quienes aún recorremos la milla
extra y creemos en la ética solo por el gusto de creer que la mierda nunca nos
llegará a las rodillas.
“Antes de empezar un viaje de
venganza, cava 2 tumbas” - Confusio