Era un domingo de hueva como cualquier otro domingo, la única diferencia era en ese preciso momento un militar ex-genocida, o mejor dicho, un supuesto ex-militar genocida disfrutaba de las mieles del poder, dando su discurso a todo pulmón en la Mega Frater.
Pudo haber sido un domingo excepcional mente malo, si el Hyundai Accent hubiera pasado el semáforo en rojo un segundo antes, o un segundo después, golpeando a la pequeña burbujita plateada que atravesaba la calle en ese preciso momento. Pero no.
El universo no se detuvo y todo siguió como si nada.
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