Escuchaba las palabras de una abogada que insistía en pronunciar "cónyugue" y no cónyuge (sin énfasis en la "je"), meintras leía los mensajes bíbilicos de las paredes de un colegio en el centro de Villa Nueva y tomaba de la alargada lata de cerveza y sentía que algo no estaba bien... Más bien, no sentía mucho. Algo diferente a ese sentimiento que se supone que se debe sentir cuando un amigo cercano está a menos de 2 metros, contrayendo matrimonio con su segunda novia quien tiene en lista de espera a un bebé, entretanto mis amigos y yo, sentados en sillas plásticas al rededor de una mesa cuadrada con mantel blanco, fumábamos los últimos cigarros y dábamos grandes sorbos de cerveza que recién acabábamos de comprar en la tienda de la esquina y nos veíamos los unos a los otros sin poder hacer más que aceptar la realidad ajena, la realidad sin maquillar de Villa Nueva. Estaba pasando, era real, y por suerte... No era yo.
Casi al final de las palabras de la abogada, sentí el mismo escalofrío que siento cuando termino de orinar después de haberme contenido por mucho tiempo. El relámpago del escalofrío hizo el mismo recorrido, como cuando escurren las últimas gotas, desde mis hombros hasta las rodillas y de regreso, dejándome una pequeña agitación en el corazón para recordarme el placer que ofrecen las cosas sencillas... Como sostener una lata bien fría en una mano y sentir el tibio humo que se desprende rápidamente en espirales aleatorios del cigarro en la otra mano, sabiendo que la vida (MI VIDA) no tiene las mismas curvas de emoción y excitación como la de el personaje de una serie de TV — Hank Moody, Walter White, Christian Troy, Dexter Morgan o Barney Stinson— pero sabiendo aún así que sigue siendo demasiado buena o quizás demasiado mala. Dependerá del primsa con que lo vea.
Había un mensaje pesado en la pared que no podía dejar de leer << Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud >>
Son esos choques eléctricos existenciales que llegan en el momento menos esperado. Ya no había cerveza ni cigarros. Me sentí agobiado. Me despedí de mi amigo, de su esposa y de algunos invitados. Me subí rápidamente al carro, puse el disco de Led Zeppelin y olvidé el asunto, huí e imaginé el resto de la boda. No he hablado con mi amigo desde entonces.
Siempre me ha agradado la sinceridad en sus posts. :)
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