lunes, 3 de agosto de 2015

La música es amor: decime qué escuchás y te digo a quien juzgás


La música es un constante recordatorio de los buenos tiempos en las malas épocas y los malos ratos en las buenas épocas. 

La cerveza se ha encargado de borrar las más finas memorias de las mejores borracheras filosofales y ha sabido como manejar el olvido de los peores pleitos maritales con tinte infernal, mientras que la música se queda grabada como fotos mentales (sin pedir permiso) de escenas inespecífica de un día cualquiera sin ninguna razón en particular aparente. ¿Por qué? No lo sé, solo sé que es un hecho que no puedo evitar.

La música está en el aire, la música está en el USB del brocha de la camioneta, la música está en una llamada, la música está en el lobby de una agencia caquera mientras esperas que te hagan una entrevista de trabajo, la música está en tu carro atrapado en la Martí, la música está -a todo volúmen- afuera de la tienda de electrodomésticos, la música está en la película que no querías ver, la música está en la casa de tu vecino que decide levantarse todos los domingos temprano para hacer oficio a un ritmo tropicalón, la música está en la cevichería de narcos, la música está en la tele que dejaste prendida porque tuviste un día de mierda y te dormiste temprano, la música está ahí.

Si pudiera descifrar cuál es la fórmula para que una canción me guste o se convierta en una memoria, haría que Tarantino tuviera envidia del soundtrack de mi vida. Pero no, desafortunadamente no es así. Las mejores canciones de los peores artistas me han calado de igual forma que las peores canciones de mis artistas favoritas, porque hacen recordarme que CUALQUIER situación, sin importar que haya sido muy buena o muy mala, tiene suficiente peso como para convencerme de querer seguir viviendo -ó como para contemplar la idea de inhalar Racumín-

Soy como un suicida con ganas de vivir porque no he vivido lo suficiente como para morirme... Y también porque no sé donde, cuándo, cómo o porqué puedo descubrir la canción más genial de mi Universo (con la posibilidad que la música venga con una memoria gratis incluída).

A mis veintitantos, estas son algunas de las canciones que vienen acompañada implícitamente de alguna memoria.

La primera vez que una compañera de trabajo me ofreció tener sexo casual en La Chicha de la USAC mientras nos besábamos sobre una mesa de madera y 2 tipos gordos de aspecto oficinista nos miraban.


La vez que había fumado tanto, que me tuve que estacionar a 2 cuadras de la casa de mi amigo para dormir un rato. Desperté 4 horas después con varias llamadas perdidas y MUY desubicado.


Me es imposible no recordarme de la cama y las 4 paredes verdes del cuarto del hotel en Pana en donde me quedé con mi ex-novia para tratar de salvar una relación que ya había caducado pero me rehusaba a creerlo.


Toda ruptura tiene su período de luto y depresión. La mía vino acompañada de algunas drogas y un amigo músico que compartía mi afición por la depresión pero intentábamos matarla fumando Payasos mientras dábamos vueltas a la colonia para evitar pensar en nuestro corazón roto.

Saliendo del parqueo de la Universidad mientras manejaba de regreso a mi casa, escuchando Infinita y no podía pensar en otra cosa más que estaba estúpidamente colgado de una alguien que no me quería de la misma forma.


Boulevar Los Próceres, algún mes entre marzo y junio del 2012, un poco antes de las 11am. Manejaba un Honda Civic y tenía otra ruptura de corazón fresca.


Enero del 2013, en una pequeña casa de San Pedro la Laguna. Yo estaba sentado en la puerta trasera de la casa viendo como mis otros 3 amigos fumaban lo mejor de San Pedro. Uno de ellos 3 comentó que la canción era eterna.


Dos octavos de Quetzalteca frente a mi computadora un viernes por la noche,


Una carta escrita a mano con la letra de la canción y su perfume impregnado en el papel de líneas. Una intensa historia que nunca pasó.


3 chelas, lentes oscuros puestos y la carretera Palín-Escuintrla pasando a gran velocidad los campos de caña a las 5pm, frente a una estructura que parece "nave espacial". Estaba sentado atrás en el lado del copiloto. Recuerdo haber sentido un falso sentido de Libertad, paz mental y el aire en mi cara, despeinándome.

No sé donde voy a estar en 3, 5 o 10 años, pero estoy seguro que nuevas canciones marcarán nuevas memorias y con ellas, nuevas personas o viejos amigo en diferentes situaciones, porque NINGUNA memoria puede forzarme a olvidar (directa o indirectamente) a esas personas que han hecho de mi vida un buen tiempo en una mala época o un mal rato en una buena época.

Las memorias son individuales, más no egoístas. La música es igual y sobre todo, nos hace recordar que tan sólo somos humanos y como humanos estamos llenos de errores, victorias e historias que hacen de nuestra vida una experiencia única, inigualable e irrepetible. La música está aquí para nosotros y si la música no nos juzga ¿Por qué habríamos de juzgar la música solo por como suena o por quiénes la escuchan?

Si del amor al odio solo hay un paso, juzgar es el paso que damos para confirmar que la música es amor y es Universal.

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