Prostitutas, carros rápidos y narcos divirtiéndose era el marco de la escena. La cordura, la cotidianidad y la decencia habían quedado tiradas horas atrás junto las corbatas y las firmas burocráticas.
Necesitábamos cambiar de ambiente por algunas horas aunque sentía que no daba más... Me rendí, cedí: estaba ahí, tan blanca, tan pura, tan iluminada por los muebles igual de blancos de la cocina. No resistí. Saber que estaba cometiendo el mal para satisfacer una necesidad pseudo-primaria me hacía temblar de nervios. Tomé valor e inhale fuerte.
Así fue halé coca por primera vez... de una refrí ajena. (después vomité y sufrí de goma corpo-moral)
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