jueves, 24 de octubre de 2013

Día-láctica y si-ilogismos

Todo seguía mojado por la lluvia. Detesto la lluvia. Todos creen ser filósofos, pensadores y poetas cuando empieza a llover aunque no lo sean. Detesto la lluvia porque todos manejan sus carros como una montaña rusa emocional; pésimo.

Hace algún tiempo ya, para una Semana Sángana, estando en la casa del puerto de un amigo, a la orilla del canal, una intrépida flota de exploradores y yo, estando bastante ebrios, desubicados y calientes decidimos cruzar  de extremo a extremo a las 2 de la mañana las tranquilas aguas verdes del canal para llegar a la playa, tomar algo, fumar algo, meditar algo y meter algo en el caso de los más afortunados. Según cuentan, la misión fue un fracaso, había demasiado arena.

El regreso también fue un fracaso para el capitán y para mi, el almirante, al quedar atascados en una red de pescadores nocturnos. Mi compi y buen amigo quien lideraba la ridícula balsa de pedales impulsada por una hélice en la que estúpidamente decidimos ir sabiendo que había una lanchita de remos para ir hasta el otro lado canal, hizo hasta lo imposible para liberarnos de la terrible trampa mortal en la que estábamos: un doble litro de Coca-Cola atascado en la hélice, trabado al mismo tiempo con la red para pescar.
Después de unas cuantas horas y después de varios disparos al aire, un pesacador que nos ignoró, varios intentos fallidos de nadar contra corriente, muchas revelaciones y demasiados secretos para matar el tiempo hasta ser rescatados, mi compi confidente me contó que sufría de ataques de pánico. No podía dormir por los sobresaltos cuando empezaba a soñar.

Esa nocha post-lluvia, me sentía así. Me acordé de aquella noche y lo tranquilo que estaba a pesar que el canal, sin despeinarse, pudo habernos arrastrado y matado en alta mar sin siquiera llegar a ser una noticia de Nuestro Diario. Puede ser que hayan sido tantos cigarros y tantas cervezas. O puede ser que aquella noche no me importara morir.

Pero esa noche post-lluvia sí me estaba matando. Estaba tenso y angustiado por lo único que es variable e inevitable: el futuro, mezclado con una pizca de lo único que no se puede cambiar: el pasado junto todas las cosas que he perdido en el.

El reloj rozaba las 3 en punto de la mañana y yo seguia sin poder dormir por los sobresaltos de angustia. Intenté ver televisión, navegar por Internet, escuchar música pero nada de eso funcionó. Salí al balcón en boxers, tenis y el mismo hoodie negro con el que había nadado en el canal hacía algunos años atrás. Prendí un cigarro y a medio cigarro una ráfaga de ideas se coló con el aire que hacían temblar mis piernas de pollo.

Pensé que...

Si Dios es amor y el amor no existe, entonces... ¿Dios no existe?

que...

Si más sabe el Diablo por viejo que por Diablo y es mejor lo viejo conocido que lo nuevo por conocer, entonces el Diablo es lo mejor.

que...

Si el tiempo es dinero y el tiempo lo cura todo, entonces el dinero es la cura para todo.

Y que...

Si eres lo que comes, entonces.... ¿Qué es la humanidad que sufre de hambre?

Tiré la colilla roja Lucky Strike a la calle y entré. Me acosté. A veces no puedo manejar mis emociones como las personas no pueden manejar sus carros bajo la lluvia, la lluvia que hace creernos filósofos, poetas y pensadores aunque no lo seamos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dale, comentá sin pena