viernes, 3 de enero de 2014

No puede ser tan malo

No puede ser tan malo verte sufrir. Disfruté ver como te temblaba la mano cada vez que intentabas sacar un cigarro de la cajetilla. Ver tu mirada hacia el suelo sin darme la cara, tu mano en la frente y tu boca anticipando el llanto fue un bálsamo para el alma. Ahora sí.

Esperé tanto este día como tu esperaste llena de impaciencia, culpabilidad y arrepentimiento pedirme perdón. Quería ver como tu maquillaje perfecto y cuidadosamente planeado se arruinaba en un instante. Mi mente  giraba y giraba. Seguí dándole tragos a la botella esperando a que rompieras el silencio con tus palabras cargadas de culpa. La cerveza empezaba a calentarse. Esperaba que la situación también, pues el clima de enero lo hacía más frío, tal como quería que fuera.

Yo tenía frío. Estaba frío y cortante. Con un ojo en el teléfono y un enojo acumulado a punto de explotarle en la cara le pregunté ¿puesi? esperando que soltara todo. Quería ver las pinceladas de tristeza que pintaba en sus correos ebrios. 

Llegué media hora antes para preparar mis argumentos, tranquilizarme y tener en mente que yo era el bueno de la película. Tenía razón para estar nervioso, después de todo hacía mucho tiempo que abruptamente había asesinado y enterrado su recuerdo. No sé cuanto tiempo tenía de no verle ni en sueños o fotos. No quería hacerlo pues su recuerdo era un recordatorio de lo idiota que fui en querer demasiado a alguien que traicionó mi confianza.

Me contaron que te han visto llorar. Me contaste que a veces lloras por mi en las noches y otras veces lloras del trabajo a tu casa y de tu casa al trabajo pensando en lo que fue y nunca será; en tu error, me alegro. De verdad me alegro. 

Al fin rompió en llanto. Sentí como mi orgullo se elevaba y llenaba todo mi pecho con satisfacción. No enmendaba su error, pero si de algo me sirvió, fue para ver como ella misma se torturaba y ahogaba con su propia culpa. Además, el látigo del desprecio con que la había tratado los meses anteriores hacían más intenso su llanto opacado por la vergüenza de ser vista llorando en un lugar público. 

Realmente no puede ser tan malo, ser tan malo y quere verte sufrir una pizca, después que fui demasiado bueno contigo y me trataras como una mierda. 

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