sábado, 12 de febrero de 2011

Calentura, fiebre de sexo por la modernidad

Ya no nos dejan ni bailar en paz
aquella bella danza sexual
Detrás de Mamá - Bohemia Suburbana

Se platica en los pasillos, se ve en las vallas, se aprende en la red y se practica en el carro. El sexo está a nuestra disposición cual prostituta de clasificado, todo el día, todos los días.

No basta con ser una jaula de hormonas clamando por libertad sino que nos bombardean constantemente con imágenes, sonidos y hasta olores que incitan al erotismo, más obvios que una erección en pantalones para trotar. A la receta agréguenle una Sociedad de gran dedo fálico moviéndose de izquierda a derecha reprochando lo sexual, sin darse cuenta que de no ser por el sexo nadie existiría. El genio, el explotado, el soñador y el pastor son tan dependientes del sexo como las plantas al sol y al agua. Por maña les quedó que debían negarnos algo y tanto el sexo como las drogas, curiosamente los placeres cotidianos, son el enemigo y en parte no dejan de tener razón.

Dándole por detrás vemos que es el último intento desesperado, más desesperado que primerizo abriendo un condón, para mantener su cuota de Poder a expensas de la coacción de nuestra libertad.

Por si el excite no fuese suficiente, vienen con pantalones de tubo, blusas cortas, zapatos de tacón alto, pelo planchado, una actitud liberal sin contratos ni ataduras exigiendo que 'no seamos unos calientes' haciéndonos entrar lubricadamente al clásico paradigma de ¿quién entiende a las mujeres? que termina siendo un tema más enredado que un par de lesbianas practicando tribaldismo.

Y por nuestra parte compramos la idea que el márquetin cultural nos ha vendido: machismo.

Entonces todos tienen (o dicen tener) sexo a escondidas porque sigue siendo algo malo, alimentando un círculo pecaminoso, digo, vicioso.

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