jueves, 23 de febrero de 2012

Definitivamente no recuerdo donde andaba...

Ya han pasado casi 4 meses desde mi última excelente borrachera desenfrenada y toda esa etapa de diversión increíble.

Hay muchas fiestas que no recuerdo con claridad. Sigo creyendo que los borrachos optamos por borrar cassete para que el sentimiento de malestar no sobrepase los límites de la goma, al final, eso se supera, pero un momento vergonzoso dura toda la vida.

Una vida más equilibrada me está llevando al borde del aburrimiento, tanto que ahora me parecen fantásticas las pequeñas salidas a bares cercanos y un litro de cualquier cerveza excede lo suficiente. Es cosa del pasado eso de comprar cajas y comparar el color de la Carta Blanca con el de la Gallo. Ja, y pensar que en menos de 2 horas cualquier bebida terminaba en en el piso, en el mingitorio o cerca de la llanta de algún desafortunado carro o en el peor de los casos fundida con la comida previa, en el concreto, cual figura de arte conceptual.

Ha de ser parte de mi pelaverguencia, los borrones de cassette y mi pésima habilidad para recordar nombres, caras, eventos y sucesos, pues hace poco, mientras estaba disfrutando de una cerveza [sí, sólo una] se me acerca un tipo, contemporáneo mío a quien si se le notan la cantidad de años correctos. Me saluda, como muchos otros lo han hecho y como muchos otros, no sabía quien era.

- ¡Speedy! Que onda mano, ¿Cómo vas? ¿Te acordás de mi? No, no te acordás, 'vaa'. Igual de quedado como siempre jajaja. Mano, ¿te acordás aquellas vez que estábamos en La Chicha con [sólo Dios sabe a quien se refería] y nos pusimos hasta la verga y vos empezaste a decir que tus bailes exóticos eran lo que te daban el sex-appeal? jajaja.

Mi pobre cerebro hizo un intento de encontrar alguna memoria que contuviera esa escena o algo similar... Pero... Ay Dios, eso es como pedir cortesía en el tráfico: imposible. Mis geniales neuronas activas se tomaron de las manos, tratando en vano de hacer un puente y reconstruir esa memoria, sin embargo no fue así. En cambio, en menos de dos segundos me lanzó una graciosa y perspicaz imagen del error 404 junto a una típica avalancha de pensamientos ajenos a la situación del momento.

Dejé de hurgar mi mente y regresé a seguir recordando, más bien, escuchando los buenos viejos tiempos con el extraño conocido.

Hizo una pausa para revisar su BlackBerry, sonreír de lado, responder y fumar de su Marlboro rojo.

Me di cuenta que en los ambientes de borracheras, el tiempo se estanca... Se queda intacto y las cosas parecen tener más sentido, aunque todo sea una sola maraña de confusas incoherencias. Lo sé, porque a los pocos minutos de seguir hablando con el extraño conocido, sentí que me percibía como una persona sobria y aburrida. Por desgracia para él, ya se había sentado en la mesa, comprometiéndose a seguir una conversación en la que ni él ni yo queríamos seguir, precisamente por aburrida.

La alerta roja llegó cuando nuestro calmado diálogo era sobre cuántos cursos nos faltaba a cada uno. Incómodo. Era de Dionisio [el dios del vino y la locura] esperarse que mandara a su mejor amigo y alero a alegrar la situación.

(con cara de asombro fingido)
- ¡LA VERGA! Pero si es el Speedy, jajaja, cómo me caga de la risa este cerote. ¿Cómo le va todo, papa? Fresco, fresco.

Aprovechando la situación, vi la hora y decidí que ya era hora de dejarlos solos e ir a buscar a 'mi gente'. Igual, estuve por poco tiempo más. Ya no quería estar ahí, además, entre más pesado se ponían mis ojos más ligera mi billetera.

Todo el camino regreso a casa no pensaba en otra cosa de quienes rayos eran ellos.
No recuerdo en que andaba.

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