domingo, 22 de mayo de 2011

Solita insólita ciudad (III)

La perfecta hermana corrió heroicamente hasta el garage, abrió el grifo de la manguera y la pasó por la ventana de la hermana menor que quedaba justo encima del garage y así fue como apagó el incendió. El cuarto era una imagen pos-apocalíptica. Yunni, bastante molesta, le compró una cama en la Megapaca de Villa Nueva; era la única que tenían camas usadas. La condición fue que vivieran juntas después de eso, igual, unos papás de pensamiento rígido estaban cansados de una hija de pensamiento rebelde, opuesto a los valores de la iglesia.

En el avión la exitosa madre empresaria tuvo un sobresalto mientras dormía en el vuelo de media noche San José - San Salvador -Guatemala de Taca, aunque pronto recuperó el sueño otra vez. En San Salvador un señor de chumpa de cuero, con barba sucia, pantalones rotos, botas, olor a alcohol y ojeras casi a la altura de las fosas nasales, abordó el avión en el asiento contiguo al del esposo de la exitosa madre empresaria.
El hombre de barba y botas conversaba con el esposo de la empresaria. Por error de la azafata había puesto en asientos separados a la pareja, aunque no parecían molestos, pues después de todo era primera clase y a media noche no hay mucho para ver desde las alturas.

Rompió el hielo cuando vio los trifoliares de la conferencia a la que habían ido, contándole como había heredado una gran empresa y como había perdido toda su fortuna. Le contó de como lo había rescatado 20 años después uno de sus amigos a quien no veía desde el último año de colegio. Ocupó la mayor parte del tiempo de vuelo para contarle como su amigo lo había llevado a su casa para que se bañara, comiera y trabajara al día siguiente de encontrarlo por error en una gasolinera cerca de la terminal, pues Cresvin es un nombre muy inusual.

- fue por error que yo lo reconocí -le decía al esposo de la empresaria-, aunque sé que Dios hizo que su jeep nuevo se sobre calentara para que yo lo reconociera. Y no fue hasta que su acompañante lo llamara por su nombre para pedirle una llamada de su celular. Estoy convencidísimo que Dios lo puso ahí para mí, pues en ese entonces creo que eran pocos los que tenían teléfonos así, al menos yo era la primera vez que veía uno de esos, le hablo de principios de los 90's -el esposo oye fascinado; escribía por hobbie y estaba ante su posible "obra cumbre"

Con voz triste y en pocas palabras le contó que por culpa de las drogas, en especial del crack, destruyó todo lo que algún día había tenido: su vida, su casa en la zona 10 por la cual le pagaron una miseria para convertirla en restaurante chino, su esposa e hijos quienes con el dinero de la casa se fueron a vivir a Estados Unidos. Le quitaron todo su ser.

Cresvin no es un nombre común -siguió contando- y no tenía más que perder, digo... para ese entonces hacía mucho tiempo había perdido todo, excepto la vida. Me decidí y con voz garrasposa le pregunté: Cresvin... ¿Cresvin del Infantes? Él me miró, apachó un poco los ojos, como cuando uno quiere leer algo de lejos y no puede, tratándome de reconocer. "no tengo pisto, andate" fue todo lo que alcanzó a decir mientras se limpiaba el sudor de la frente con un pañuelo que sacó de la bolsa de su pantalón.
-Soy yo... Chucho del Infantes, promo del 74
- Puta... ¿Chucho? -sus ojos se movieron hacia arriba, buscando la información en su cerebro.
¿Chucho sos vos? ¿Qué te pasó? ¿Por qué estás aquí? Vení, vamos a comer mientras viene el mecánico y me contás...

Me dio una segunda oportunidad. Le di gracias a Dios y aprendí que todo pasa por una razón. Rehice mi vida, sin embargo en una recaída de alcohol, por locura compré un número de lotería y sin darme cuenta gané casi un millón de quetzales. No me enteré hasta que un día pasando por el Pasaje Rubio vi la lista de ganadores y vi que mi número había salido premiado. Ese día salí corriendo de la emoción, aparecí en el trabajo con un aspecto peor que el que tengo ahorita y le conté a Cresvin. Él creía que seguía bajo el efecto de alguna droga pero al ver el listado casi se cae del asiento. Gran parte de ese dinero lo re-invertí en la empresa, tuvimos utilidades muy rápidamente y descubrí que aún tenía el don de administrar y el buen ojo de inversor. Pagué todas, todas mis deudas, incluyendo la que tenía con Cresvin. Compré una casa, un carrito y decidí que era hora de buscar a mi familia. Tardé casi 8 años en encontrarla y casi 3 en poderme comunicar con ellos, más otros 2 en que la embajada me diera mi visa. Gracias a Dios, mi ex-esposa aceptó que los llegara a visitar. Estuve 2 meses con ellos y aunque fue duro al principio entendí mi propósito en la vida. No encajo en esta vida. Sin que ella se enterará pagué a mi hijo por toda su carrera universitaria, fue un trámite complicado, pero no imposible.
Estando deprimido la idea de suicidarme me atravesaba la mente todos los días...

Intercambiaron contactos y se despidieron con un fuerte apretón de manos, casi como si se hubieran conocido por años.
El esposo de la empresaria lo llamó una semana después y contestó una señorita, quien supone era su novia.
- Alo buenas tardes, disculpe, está Chucho
- Ehm... No, fíjese que el falleció el martes pasado. ¿Quién es?
- (sin saber que decir) Ah, no, yo lo conocí en un vuelo la semana pasada
- Es usted. Venga para la oficina ¿sabe dónde queda? Le dejó algo... Aqui lo dice en su carta

Su carta suicida era una historia, la historia de su vida. Era una carta tranquila y emotiva. Entre anécdotas iba dejando la famosa herencia y bienes. Una parte bastante jugosa era para el esposo de la empresaria. Lo difícil era entender el final de su vida:

"Nací, morí y volví a nacer. Estuve muerto y estuve vivo. Ya cumplí mi misión. Nos vemos pronto, en un lugar mejor"

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