Ni tan tímido como para no abordar a alguien, ni tan extrovertido como para tener una lista interminable de viejos amores y diversiones.
Simplemente ni de aquí ni de allá. Los que quedamos en el intermedio, de lo que no debiéramos ser y a lo que debiéramos aspirar terminamos en una batalla por ser lo que los demás esperan que seamos.
La clase media termina enseñando las prendas más caras, el carro aspiracional de lujo que terminará de pagar en 7 años y fotos del viaje a Miami a sus amigos de la sociedad alta y se los esconde, mostrándose como humilde, a los de la clase baja. Estar en medio nunca da paz mental.
Al final, todo se resume a ceder hacia atrás o avanzar cueste lo que cueste; lo importante es ir a los extremos, de preferencia al extremo plástico.
Luego veo a alguno de mis ex-compañeros, con armas y guardespaldas, defendiendo la supuesta libertad mientras que por otro lado, están los que viven independientemente, casi miserablemente, pero a su modo; ahí es cuando digo, prefiero estar en nada, que no estar en ni mierda.
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