El Poder y la inmensidad del mar me confirman que soy menos que una partícula en este mundo. A las 3 de la mañana las olas rompen de una forma especial, única, en patrones cacofónicos, harmoniosos y hermosos; uno de los espectáculos más grandes que jamás haya visto.
Un sonido semi-sónico se acerca desde el horizonte anunciando una ola que me saludará con su espuma, explotando y extendiéndose de centro a derecha e izquierda en ondas senoidales. Suspiro y agradezco no estar muerto para tomar fotografías mentales de una micro experiencia repetida pero única.
Veo la luna blanca, antes rosada, con la que soñábamos y te vuelvo a pensar. En estado de imaginación te veo sentada junto a mí fumando, riendo y filosofando de profundidades y superficialidades de nuestras vidas y el ser como en los buenos viejos tiempos.
Me siento en la arena y me siento enojado contigo y conmigo, los cangrejos sonámbulos son testigos que murmuré mis pensamientos. Te odio, ya no puedo, ya no quiero más, ya no te quiero, ya no te quiero más; morite o matame.
Pensarte como tortura no da paz mental. Culpo a los recuerdos, los buenos y los malos. Te quise, te amé y aunque avancé por desgracia te sigo pensando.
Odio los recuerdos, ya no los quiero más, muéranse o mátenme. Recuerdo: te odio, morite o matame.
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